Desfilaron con elegancia, con alegria y con gran coraje y ànimo. No se cuantas personas eran, pero se que eran muchas, y el año que viene... ¡muchísimas más!
Cuando, por la tarde, desfilaban por la calle Mayor, arrojaron petardos entre los pies de los componentes de la compañía. Un ertzaina los retiró con la bota. Y también hubo patadas.
Los paraguas negros no los utilizaban para cubrirse o para evitar que se pusieran delante las personas que querían ver todo el Alarde, incluida la Compañía Jaizkibel. Muchos paraguas estaban colocados de forma agresiva, sobresaliendo mucho de la acera. Los ertzainas tambien se dieron cuenta, y vi cómo los empujaban hacia dentro y llamaban la atención a quienes los portaban. Por suerte no ocurrió nada.
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